El problema de los nombres

Alguna vez fui purista. Sin embargo creo que huir de serlo es la mejor opción, los extremos casi nunca son buenos y aferrarse a ideas te deja muy cerca de la ignorancia. Llevándolo a los coches, como persona que me gusta casi cualquier cosa que tenga motor, pues seguir pensando de forma cerrada seguramente me cerraría puertas para disfrutar de algunos conceptos, como puede ser, los tan criticados SUV.

Aunque probablemente nunca me compraría un "Sport Utility Vehicle" no dejo de verlo desde la perspectiva del que le gusta uno.

Ya metiéndonos en cuestión, las marcas últimamente están dando argumentos a los puristas y más por el tema de los nombres -o más bien apellidos- que están sufriendo ciertos conceptos. Debo reconocer que me cabrea, en pequeño porcentaje por nombrar cosas que no son, y en otro por ciento más alto por la falta de originalidad de las marcas.

Pongamos los dos primeros ejemplos: BMW Serie 8 y Mitsubishi Eclipse Cross. El nuevo Serie 8 no es un sucesor de aquel de 1989, sino de la Serie 6, a su vez mítica por el 635 CSI. El original era un concepto superior. El Eclipse coge el apellido de un deportivo de dos puertas y añade Cross al final.

Este tema lleva en auge últimamente por el reciente lanzamiento del Toyota Supra. Como saben, el Supra es una creación conjunta con BMW, que bajo la misma base nace el modelo japonés y el nuevo Z4. Las críticas han sido feroces por el desarrollo conjunto con la marca alemana y los múltiples elementos que coge de BMW, sobretodo para un concepto mítico como es Supra, una marca por sí misma.

Las expectativas eran altas y para muchos ha sido una decepción -para mí no- y aquí entra otra cuestión: jugársela con el nombre. Probablemente el Supra no habría sufrido crítica ninguna si se hubiera llamado, por decir algo, Toyota FT-1 -como el concept- pero tampoco habría creado esas expectativas o hype.

Intuyo que dentro de unos meses -o un año- cuando se presente la nueva generación del Chevrolet Corvette, viviremos una polémica similar. Y es que la imagen que está en la parte superior es la nueva generación. Sigue siendo un deportivo, pero con un cambio importante: ahora tiene un motor central trasero y aunque es un rumor, parece que perderá su V8 atmosférico por un V6 turboalimentado. Y se seguirá llamando Corvette.

Aunque hay que entender que desde la perspectiva del marketing es más fácil vender un nombre que ya está en el mercado y que tiene buena imagen que crear un nombre de cero, lo que más echo de menos es la originalidad en las marcas. Está claro, hay que jugar con los números y son lo más importante en cualquier empresa pero probablemente muchas veces se ha enmascarado buenos productos por la polémica de ponerle un nombre mítico a productos que no poseen esas características que lo hicieron famoso. Sin ir más lejos y poniendo casos más mundanos, el Eclipse Cross, el último SEAT Toledo o el más flagrante caso del Lancia Delta ¿Hubieran tenido estos coches otra suerte en el mercado con otro nombre? Creo que sí, nacer sin esa presión hubiera hecho que se valorara el producto sin ninguna visión subjetiva.

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